La Izquierda Neoliberal

Eder Guevara
@EderGuevaraM

Los embates de la posmodernidad han provocado que todo o casi todo concepto tenga cabida en algún resquicio de la realidad, hay gente que se asume con toda convicción como apolítica por lo cansada que está de tanta marrullería por parte de la clase política; hay organizaciones identificadas como anarco capitalistas, cualquiera que les escuchara diría que son una reivindicación radical del neoliberalismo, puesto que las multinacionales, principales beneficiarias y promotoras de dicho sistema, apuestan a que el estado aparezca en escena lo menos posible y los anarco capitalistas quieren la extinción total del estado.

En este sentido también nos encontramos con un fenómeno muy particular que son las fuerzas políticas auto adscritas al socialismo, al socialismo democrático o a la socialdemocracia, que en sus estatutos y programa tienen líneas claras en favor del reconocimiento de derechos colectivos e individuales, como el pleno reconocimiento de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, el derecho universal a formar una familia (demanda sobre todo de la comunidad LGBT), el derecho universal a la educación, la alimentación, el trabajo, la sanidad, etc; pero consideran anacrónicos debates como el de el origen de la desigualdad social.

Sobre todo se distinguen porque a la hora de asumir el poder si bien implementan medidas sociales más radicales que los neoliberales clásicos (Tatcher, Reagan, etc), no modifican su relación con las empresas y bancos trasnacionales, ni incomodan en nada a la iniciativa privada, por ejemplo con los privilegios fiscales que les otorgan.

Es bien significativo que cuando el PSOE hacía un enorme esfuerzo por ratificar su estancia en el poder, la izquierda social y diversas organizaciones del movimiento popular, sobre todo de las juventudes, tenían tomadas las calles por todo el país, le dieron la espalda a las urnas. El resultado: volvió el PP al poder a dar continuidad a lo iniciado por Aznar y legitimado -y aumentado- por Zapatero; pero de una forma más radical, porque golpea la universalidad de los derechos básicos de la población, la crisis humanitaria que vive hoy España es alarmante, se calcula que más de 3 000 personas se han suicidado a causa de la crisis de la llamada “burbuja inmobiliaria”.

Hoy las masivas manifestaciones en Brasil han sido un balde de agua fría para quienes consideraban un paradigma al gobierno de Luis Ignacio “Lula” da Silva; si bien es cierto que redujo la pobreza extrema, jamás marcó un distanciamiento claro con las empresas multinacionales. A día de hoy el endeble equilibrio de la balanza lo rompieron los compromisos hechos por él antes de abandonar la Presidencia y que Dilma Rousseff ratificó, y para saldar el vacío presupuestal ¿qué hizo? Aumentar el pasaje a la población.

Dos grandes victorias lleva ya el movimiento popular brasileño: lograron frenar el alza al pasaje que ya había sido anunciada, y desmitifican aquello de que la mejor izquierda posible era la que representa Lula. ¡Gracias!

En un esquema clásico, desde la perspectiva del socialismo ortodoxo, podríamos decir que quienes no apuestan por la desaparición de la desigualdad social y por lo tanto por la explotación de las personas, no es izquierda; no obstante, ese sería en estos momentos un lugar común para efectos tácticos. Si tenemos claros los límites y pretensiones de esta izquierda neoliberal, las izquierdas antisistémicas (socialistas, comunistas, socialdemócratas, liberales nacionalistas, etc), podemos considerarla una aliada en la oposición en temas específicos relativos a la defensa de los derechos humanos, e incluso una oposición con la que es posible dialogar cuando arribemos al poder.

Entre más avanza la crisis económica y social en los países emergentes, queda más clara la aportación histórica de los países del bloque bolivariano, con una postura clara respecto a la relación con las multinacionales, los indicadores de desigualdad y calidad de vida de la población en Venezuela, Ecuador y Bolivia, están a años luz de países como México o Colombia.

Hoy en México el papel de la izquierda neoliberal ha sido claramente de colaboracionismo con el gobierno federal, la aprobación casi por unanimidad en los congresos de las reformas de telecomunicaciones, y educativa y la escasa resistencia a la reforma laboral así lo demuestran; en puerta tenemos la que para muchos es la madre de todas las batallas: frenar las reformas energética y fiscal, que de ser aprobadas sumergirán al país en la peor crisis humanitaria de la historia.

Martínez Verdugo: repaso de la izquierda antiestalinista

Martínez Verdugo: repaso de la izquierda antiestalinista
ARMANDO PONCE
25 DE MAYO DE 2013
REPORTAJE ESPECIAL

Arnoldo Martínez Verdugo, fundador de la izquierda en México.
Foto: Marco A. Cruz
MÉXICO, D.F. (apro).- El 13 de septiembre de 2011, Proceso realizó una larga entrevista con Arnoldo Martínez Verdugo sin motivo aparente. Eran los días en que la izquierda mexicana, sin embargo, se extraviaba en luchas internas y la derecha en el poder lo aprovechaba ideológicamente, a medio año de las elecciones presidenciales.

Imposibilitado de sostener una conversación, la esposa del exdirigente comunista, Martha Recasens, aceptó amablemente la intermediación para abordar a fondo los temas políticos del país desde la perspectiva de un intelectual que había luchado por hacer del Partido Comunista Mexicano un organismo independiente.

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Arnoldo Martínez Verdugo fue el último dirigente del Partido Comunista Mexicano (PCM), en 1981. Al año siguiente, disuelto este instituto político, fue candidato a la Presidencia de la República por el Partido Socialista Unificado de México (PSUM). En esta entrevista asegura que la izquierda mexicana luchó contra la línea dictada por la Unión Soviética y enfrentó al estalinismo. Además, hace un juicio sobre Octavio Paz, cuyo nombre se integra ya a la lista de mexicanos ilustres en los muros del Senado, y considera que sigue siendo válido hablar de izquierda y derecha. Sostiene también que en las próximas elecciones se enfrentarán ambas: la primera, con el planteamiento de cambiar la vida cualitativamente; la segunda, con su impulso entreguista y antidemocrático.

Martha Recasens, esposa de Arnoldo Martínez Verdugo, líder histórico del PCM, ha ido construyendo pacientemente la conversación electrónica con Proceso en varias etapas. Originalmente pintor, el político sufre de un mal en los ojos que le impide revisar sus papeles no obstante haber sido un incansable recopilador de documentos. Él fue fundador del Centro del Movimiento Obrero y Socialista (Cemos), donde se guarda la historia de una lucha poco conocida, la del comunismo antiestalinista que entre 1965 y 1981 le tocó encabezar.

–¿Por qué se inscribió en las líneas del Partido Comunista Mexicano (PCM)?

–Yo llego al Partido Comunista junto con un grupo de jóvenes que nos encontrábamos estudiando en la Escuela de Pintura y Escultura La Esmeralda. Esto fue en 1946, a invitación de José Chávez Morado (nos ligamos a partir de la actividad que realizaba entonces éste). En ese momento el partido se encontraba en una situación de crisis derivada de las luchas internas, Chávez Morado mantenía una postura antisectaria y no dogmática, y tal vez al invitarnos a participar buscaba abrirle camino a las inquietudes que manifestábamos ese grupo de jóvenes que aspirábamos a continuar la tradición que había sostenido el movimiento político cultural del que él formaba parte.

“Además de estudiar en La Esmeralda, yo trabajaba en la fábrica de papel San Rafael y participaba activamente en su sindicato. Esto representó una fuente de actividad y de conocimiento en torno a las luchas obreras, así como un contacto directo con las ideas del socialismo científico.

“Al ingresar al PCM se nos incorporó al organismo en el que militaban, entre otros, Chávez Morado y su esposa Olga Costa, así como Xavier Guerrero. El contacto con estos grandes artistas que se destacaron por su vinculación con las luchas populares, y con la solidaridad internacional influyó en mi formación política.”

–A su llegada como secretario general se le considera una figura moderna, un hombre culto, sensible, siempre investigando, a lo que no estaba acostumbrado el partido.
–¿Cómo se sitúa usted mismo y cuál fue la relación con los estalinistas cuando llegó?

–Cuando llego a la dirección del partido, yo estaba más interesado en construir un movimiento lo más cercano a como yo concebía una actividad que se preocupara por corresponder a las necesidades de la lucha de clases. Se trataba de hacer una actividad positiva que no estuviera marcada por la disputa por la dirección ni por el interés de dirigir sólo a un pequeño grupo de militantes. Lo principal para mí no era quiénes iban a estar al frente, sino crear una organización que tuviera posibilidades de desarrollarse y convertirse en un movimiento político más responsable que estuviera en concordancia con las necesidades del momento.

–¿Por qué en México había que superar el burocratismo estalinista?¿Cómo fueron los enfrentamientos con los estalinistas y quiénes eran?

–De este esfuerzo no era yo el único protagonista, participamos un núcleo de compañeros que nos vinculamos durante el complicado proceso para renovar la dirección y trazar una línea política acorde. Así se pudo llevar a cabo el congreso del partido que nombró en un primer momento a una dirección colectiva y posteriormente a mí como secretario general. Debo decir que este proceso se llevó a cabo de una manera institucional, respetando las reglas y evitando la denostación de la dirección depuesta.
“En ese momento el PCM se caracterizaba por mantener una línea de escasa o nula independencia en relación con el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), lo que le impedía actuar como una fuerza política que representara realmente los intereses nacionales de un partido revolucionario sustentado en las ideas de Marx y Engels.

“Definir la postura de la dirección removida como simplemente estalinista sería simplificar en exceso un fenómeno mucho más complejo. En ese momento para nosotros lo fundamental era transformar la orientación que había sumido al Partido Comunista en una terrible crisis. Para ello se requería paciencia, espíritu de responsabilidad, y no poner en primer plano quién iba a dirigir. Lo principal estaba en agrupar a las personas incorporadas ya de alguna manera a una lucha socialista para crear ese movimiento político al que hago referencia.

“El desarrollo de una fuerza política nacional de la izquierda revolucionaria, capaz de hacerle frente con independencia y creatividad propia a los requerimientos de la lucha política era la manera de superar lo que usted llama el “burocratismo estalinista” o cualquier otra deformación presente. Sumar la inteligencia, la creatividad y la experiencia de cada vez más amplios sectores de la sociedad al esfuerzo por crear esa fuerza era para mí una necesidad imprescindible para avanzar.”

–¿Cuál fue su posición en los congresos internacionales por la paz contra los dogmatismos de la Unión Soviética?

–En la medida en que el PCM trazaba su línea política siguiendo esas directrices era inevitable que entrara en diferencias con la mayoría de los partidos que conformaban el movimiento comunista internacional, especialmente con el PCUS. No se trataba de simplemente hacer una crítica al “estalinismo”, sino principalmente de defender la independencia y la autonomía de los partidos que formábamos parte de ese movimiento. Ello significaba defender el derecho a construir una línea política propia de acuerdo con las características de la lucha política en cada país, y exigir el respeto a esa línea.

“En otras palabras, las tendencias estalinistas en el movimiento comunista internacional se expresaban en hechos concretos y éstos los refutábamos con acciones también concretas. Ejemplo de lo anterior es la posición que el PCM manifestó contra la invasión soviética a la entonces Checoslovaquia, en 1968, así como también la invasión a Afganistán en 1979. Esta posición la defendimos en todos los foros en los que pudimos participar.”

–¿Cómo fue aquel encuentro por la paz en Budapest, cuando España envió dos delegaciones, la de Líster y la de Alberti? Parece que Siqueiros apoyaba a Líster.

–Me temo que para poder hablar de Siqueiros y del papel que tuvo frente al conflicto en la delegación del Partido Comunista de España durante ese congreso necesitaría revisar mis notas, porque no tengo muy claro el orden cronológico de los acontecimientos y en este momento el problema que tengo en la vista me dificulta esto. Tal vez en otra ocasión pueda presentarse esta oportunidad.

–Tan pronto abrieron los archivos de la URSS tras la caída del bloque, usted se lanzó a revisar la documentación sobre México. ¿Qué encontró? Parece que no alcanzó a verlo todo.

–En realidad yo hice mi primera incursión en los archivos de la Internacional Comunista que estaban en la URSS mucho antes, durante algunas visitas que hice con motivo de diferentes eventos. Este ejercicio estuvo restringido a sólo algunos de los archivos de acuerdo con el criterio oficial que en ese momento prevalecía. Sin embargo, pude encontrar ahí muchos de los documentos que me han permitido “ir hilando” a lo largo de estos años la historia del PCM y del comunismo en México. Muchos de éstos fueron la base de mi trabajo publicado en el libro que yo coordiné: La historia del comunismo en México (Grijalbo, 1985). Otros los reservé para continuar mi investigación. Posteriormente, en 1996, después de la desaparición de la URSS, hice una visita a esos mismos archivos, cuando ya prácticamente todos los documentos estaban “desclasificados”. Hasta donde mi memoria alcanza, creo que revisé lo que me interesaba en ese momento; estuve ahí alrededor de 10 días y pude obtener la reproducción en microfilme de lo que más me interesó.

“En ese entonces tenía la pretensión de documentar de manera objetiva mi hipótesis sobre muchos acontecimientos en la vida del PCM. Con esos documentos podía hacerlo. Por distintas razones suspendí mi trabajo de investigación. En realidad sólo me falta sentarme a terminar de escribir. Desde luego que a estas alturas algunas personas también interesadas en la historia de la Internacional Comunista y del comunismo mexicano, han revisado esos archivos así como los que se encuentran en el acervo del Cemos y han publicado sus conclusiones desde su propia visión.

“Curiosamente, a mediados de los años ochenta, otra fuente importante para mi investigación fue el archivo de Earl Browder, representante de la Internacional Comunista y controvertido dirigente del PC de Estados Unidos. Por una casualidad, Martha, mi mujer, se enteró de que este archivo se encontraba en el centro de documentación del New York Times. En cuanto pudimos nos trasladamos a Nueva York con la finalidad de conocerlo y la esperanza de encontrar documentos relevantes. Browder había sido enviado por la Internacional Comunista a México en distintos momentos, todos ellos cruciales para el destino del PCM. Nos encontramos con la desagradable sorpresa de que por ser vacaciones de verano el centro de documentación del periódico estaba cerrado. Ya estando ahí descubrimos que, por una reglamentación local, el New York Times estaba obligado a entregar una copia de sus adquisiciones a la Biblioteca Pública de la Ciudad de Nueva York. Martha, que había vivido parte de su infancia ahí, aún recordaba la biblioteca y su funcionamiento. Efectivamente, pudimos revisar, y solicitar copia en microfilme del archivo en cuestión. En él encontré información muy valiosa para mí, que no está incluida en el libro La historia del comunismo en México, ya que éste se publicó un año antes. Es parte de lo que me queda pendiente y no sé si podré terminarlo, ya veremos.”

–Usted fundó el Cemos (Centro del Movimiento Obrero y Socialista) con la idea de dar a conocer a la izquierda productora de avanzada de una literatura periodística del movimiento obrero mexicano. ¿Qué destino tuvo?

–El Cemos se creó como una iniciativa política y cultural en 1982 con el objeto de conformar y resguardar un archivo histórico de las organizaciones del movimiento obrero socialista mexicano. El material que conforma este archivo provino de los esfuerzos por conservar la documentación original, a lo largo de los años y frente a todas las situaciones adversas que se enfrentaron. Por fortuna, casi siempre hubo en el partido una visión histórica que ha caracterizado a los comunistas. Cuando a mí me tocó, me empeñé en continuar y perfeccionar esta reunión y conservación de los documentos originales del PCM. El archivo central del PCM se complementó con los archivos de diferentes personajes y protagonistas del movimiento. El archivo del Cemos guarda una parte de la historia nacional. Ahí se depositaron los documentos de más de 60 años de actividad de la izquierda socialista, cuyos antecedentes se remontan al siglo XIX.

“Al mismo tiempo, el Cemos fue concebido como un espacio para la discusión y la difusión de las ideas, de temas históricos y de los temas de la actualidad política. En esos años se realizaron distintos seminarios y se editaron algunos libros. Al mismo tiempo se empezó a publicar un boletín bimestral o trimestral, no recuerdo con precisión, con artículos originales de autores que representaban una posición de izquierda. Este boletín, que se llamó Memoria, se transformó posteriormente en una revista mensual que yo dirigí hasta finales de 1997 y que aún perdura.

“He considerado siempre que la difusión de las ideas y el análisis de los hechos a través del trabajo editorial es una necesidad no sólo para impedir el olvido (de ahí el nombre del boletín y la revista), sino también como un instrumento para complementar y enriquecer la lucha política en cada momento. Por ello, en el curso de mi actividad política he creado y dirigido varias revistas.

“Es posible que el Cemos no haya logrado mantenerse con el mismo ímpetu con el que arrancó. Ojalá que no se pierda de vista la importancia que tiene el esfuerzo realizado por distintas generaciones de militantes, representativos de una fuerza política nacional que data de principios del siglo pasado e hizo un importante aporte al desarrollo de la lucha política democrática en México.”

–¿Cuál fue su relación con el obispo Sergio Méndez Arceo?

–Durante los años setenta, la dirección del PCM comenzó a elaborar su tesis sobre el papel de los cristianos frente al marxismo y la lucha socialista. El contacto con el obispo Méndez Arceo se dio en el marco de ese interés, que era mutuo. Me entrevisté con él en varias ocasiones en las que sostuvimos un diálogo, en mi opinión fructífero. Recuerdo como anécdota que en una ocasión él me preguntó si yo sostenía la idea de Marx de que “la religión es el opio de todos los pueblos”. Diplomáticamente, sin contestar, le reviré:
“¿Usted qué piensa?”. Él me contestó que sí.
“En esos años se habían acercado a mí algunos compañeros manifestando su inquietud porque el PCM elaborara una posición frente a los planteamientos de lo que en aquel entonces se conocía como ‘la teología de la liberación’. El resultado de esas discusiones se plasmó finalmente en una de las tesis del PCM que se aprobaron en su XIX Congreso en 1981. Estas tesis fueron el resultado de meses de discusión amplia y abierta así como de elaboración colectiva en la que participaron intelectuales y representantes del movimiento social. Lamentablemente ya no pudimos publicarlas y se han conocido poco.”

–En entrevista reciente de Rafael Rodríguez Castañeda (Proceso, 1823) con el historiador Enrique Krauze, y en el discurso posterior de éste cuando en el Senado se colocó el nombre de Octavio Paz, reivindicó al poeta como hombre de izquierda con el que la izquierda no fue capaz de dialogar. ¿Cuál es su opinión?

–Me parece que caracterizar a Octavio Paz en función de su adscripción a una u otra corriente política es un ejercicio insustancial. Lo que trasciende es el contenido de su obra y es indudable que ésta ha significado un aporte a la cultura nacional. La lectura del suplemento Plural en su primera etapa, así como posteriormente de la revista Vuelta también en su primera etapa, fue para mí un ejercicio que generalmente disfruté, aunque pudiera no coincidir con los puntos de vista ahí expresados.

“Si bien en diferentes momentos de su actividad Paz sostuvo posturas congruentes con un pensamiento democrático, para mí fue clara su posición crítica frente a la izquierda socialista en México y en el mundo, y no considero que esto sea necesariamente una contradicción. Por otro lado, una persona puede cambiar su punto de vista y también yo pienso que ha existido una derecha que puede considerarse democrática aunque hoy no se le vea por ningún lado.

“Parece ser que representantes tanto de la izquierda como de la derecha se disputan la figura de Paz, cosa que en vida debe haber alimentado su innegable narcisismo. Algo de esto es lo que recientemente ocurrió en el Senado. Considero que una figura como Octavio Paz merece el reconocimiento, otra cosa es que desde ambos ‘bandos’ se pretenda reinterpretar el pensamiento de Paz, que para mí es suficientemente claro.”

–¿Es válido hablar de izquierda y derecha?

–Yo creo que sí sigue siendo válido hablar de izquierda y de derecha porque todavía son fórmulas que corresponden a la conducta de distintos sectores de la sociedad.

“Actualmente, ante la complejidad de las fuerzas sociales, cobra más importancia concebir la connotación de ‘izquierda’ y ‘derecha’ como el resultado de una elaboración teórica que deviene en una práctica concreta.

“Lo que importa no es la denominación en sí, sino su relación con una teoría y una actuación que corresponden a intereses concretos que se expresan en la sociedad. La comprensión del significado de estos términos se complica cuando se utilizan como eslogan quitándoles todo su contenido. Algo de esto ocurre en la actualidad.”

–Cuál es esa actualidad en la izquierda.

–Tal vez es mucho lo que pudiera yo opinar sobre la situación actual de la izquierda, sin embargo me inhibe el hecho de que siempre he tenido la práctica de discutir y hacer mi crítica al interior de los partidos: PCM, PSUM, PMS y ahora PRD, pero a partir de que la dirección del PRD me sacó, sin previo aviso y sin que mediara discusión alguna, de su Consejo Nacional hace dos años, encuentro difícil proseguir con esta práctica, sin embargo esbozaré algunas consideraciones.

“Nos encontramos frente a una coyuntura electoral cuyo resultado sin duda incidirá en el destino inmediato del país. El reto que se le presenta a la izquierda pone en juego, una vez más, su responsabilidad histórica.

“Han cambiado las ‘formas’ de hacer política de la izquierda y es natural que esto ocurra, pero debe haber claridad y consecuencia con sus principios y objetivos, de otra manera me parece que sólo se contribuirá al desaliento de la ciudadanía, cansada ya de tanta simulación y engaño; el desaliento al final favorece a la derecha.

“En estos días se definirá quién va a ser el candidato de la izquierda a la Presidencia. En este ejercicio se pone en juego, en parte, la voluntad unitaria de la izquierda, pero sobra decir que la unidad no puede reducirse a ponerse de acuerdo en la distribución de cargos. Esto es una necesidad que tiene que resolverse, pero no puede limitarse sólo a esto. Se tienen que garantizar espacios permanentes y efectivos para dirimir diferencias y alcanzar acuerdos o consensos con el fin de formular una táctica común. Y si en este ejercicio se confrontan diferencias irreconciliables, pues también habrá que hacerle frente a esto. En mi opinión lo que debe existir es claridad en los principios y objetivos comunes que reflejen la aspiración al cambio y la complejidad del movimiento social democrático. Esta es una cuestión que sobrepasa las personas, los individuos; es una tarea colectiva que debe sumar las ideas y la experiencia de aquellos sectores de la sociedad que manifiestan su interés por contribuir al desarrollo democrático.

“Los representantes de la izquierda, con su ejemplo concreto, deben tener la capacidad y la voluntad de facilitar la construcción de una cultura política donde los valores de la democracia, en su sentido más amplio, y las perspectivas de la igualdad, se impongan. Se trata de convencer de que la construcción de una sociedad fundada en la igualdad, la justicia y la participación real es viable.”

–¿Por qué cambió el arte por la política?

–Sencillamente porque en la medida en que me fui compenetrando en la actividad política encontré la satisfacción a mis inquietudes intelectuales y sociales y llegué a la conclusión de que ésta requería de toda mi concentración y esfuerzo. No quiero decir que en ese momento “sacrifiqué” mi interés por la pintura, los retos que me planteó la actividad en el PCM me entusiasmaron a tal grado que no me fue difícil tomar la decisión.

–¿Podría hacer un perfil de los posibles candidatos a la Presidencia de todos los partidos?

–No quisiera entrar en esto, ya se han esbozado de sobra estos perfiles y cada partido seleccionará a su candidato de acuerdo con sus prácticas propias. Lo relevante me parece a mí es que una parte importante de la ciudadanía lo que demanda es autenticidad, veracidad, claridad y honestidad en quienes va a depositar su confianza política. Por otro lado, si bien la “alternancia” ha propiciado que se ponga más atención en las características y trayectoria personales de quienes contienden por un cargo, lo fundamental sigue siendo la propuesta política, el proyecto que estos representan. Hoy más que nunca se confrontan dos proyectos. Por un lado, el de una derecha antidemocrática, expoliadora y entreguista que ha colocado al país en una situación de retroceso democrático, donde el Estado ya no es capaz siquiera de garantizar el derecho fundamental a la vida, y por el otro, el de la izquierda o lo que debiera ser el programa de la izquierda, un programa cuyo objetivo general yo resumiría en –valiéndome de una formulación que hice hace 30 años– “cambiar la vida”, en sentido progresivo y cualitativo, de millones de mexicanos que hoy padecen la más atroz desigualdad. Está claro que el primer proyecto lo representan el PRI y el PAN, indistintamente o en alianza, ambos representan los mismos intereses, cualquiera que sean sus candidatos. En cuanto al PRD y sus aliados, estos tienen el reto de definir a su candidato de la manera más democrática posible y ser capaces de responder a la exigencia de esa parte de la sociedad que se identifica con su programa.

Sobre las izquierdas electorales, hoy

Hace unas horas a través del Facebook, pregunté a mis contactos los motivos por los que debería yo, que he conocido la parte misógina, clasista y anti chavista de MORENA, afiliarme a su organización. Las respuestas fueron variadas, en su mayoría las respuestas iban en torno a la necesidad de militar en alguna organización que asumiera la transformación del país y que MORENA es la más visible para ello, dicen ellas/os que si bien tiene muchos vicios, vale la pena intentar potenciar sus cualidades y depurar sus defectos. Aunque es una buena respuesta, yo habría empezado por decir que el proceso de selección de su consejo nacional ha sido el más pacífico, abierto y democrático de los últimos años en cualquier otro partido político, que lograron dejar atrás los errores mostrados en sus procesos estatales, que quien quiso ser aspirante se pudo registrar y ganó quien tenía más votos; habría dicho que aunque hay más organizaciones que buscan la transformación del país, MORENA es la única que tiene presencia en todo el país y es la más joven (en cuanto a la cantidad de militantes jóvenes que tiene), y eso la hace la opción más viable para cambiar las cosas; habría dicho que cualquier proceso político es un proceso lleno de contradicciones y que a final de cuentas lo que importa es que tengamos la correlación de fuerzas para modificar lo que queremos.

Lo he escrito en otras ocasiones, no hay ningún cuadro político, ni ninguna organización perfecta, mucho menos que satisfaga las inquietudes y necesidades de toda su militancia, ya no digamos de toda la población. Hay que reconocer que los dirigentes más consolidados del movimiento progresista, son liberales de centro izquierda que vienen de las filas del PRI y ahí tuvieron sus primeros encuentros formativos. Debemos reconocer que a la izquierda mexicana con una postura más cercana al socialismo, nos ha faltado capacidad de conquistar los espacios más importantes de toma de decisiones y cuando así suceda, tendremos más conflictos para arribar al poder político de los que tiene hoy Andrés Manuel.

Pero aunque así es la realidad y debemos reconocerla -o seríamos esquizofrénicos-, no significa que dejemos de denunciar y cuestionar actitudes que no deben ocurrir. Por ejemplo, es cierto todo lo que dije de porque sí podría afiliarme a MORENA, pero también es cierto que no es la única forma de lucha, que mucha de su militancia asume un discurso excluyente y a veces hasta fascista al decir que ellos son la izquierda verdadera, lo mejor de México; reconozcamos que han desaprovechado, como el resto del movimiento progresista, una oportunidad de oro para generar un vínculo con el EZLN, toda vez que no se han pronunciado colectivamente por la aprobación de los acuerdos de San Andrés. Y también, un motivo de peso para no afiliarme sería, que incluso a diferencia del PRD (eso no significa que sí me afiliaré a PRD), no asumen estatutariamente una postura ideológica, incluso viven en una contradicción ideológica constante pues se oponen a la privatización de nuestros recursos, pero jamás hablan de la nacionalización de los que ya se han privatizado.

¿Y qué decir del PRD? Grave error será generalizar, pero el anuncio que se acaba de hacer respecto al consejo consultor del llamado Pacto por México, nos deja ver que las fuerzas del perredismo están casi en su totalidad de acuerdo con ello. Antes algunas voces críticas eran las del Frente Patria para Todas y Todos que hoy con la incorporación de Pablo Gómez y Alejandra Barrales en dicho consejo, han mandado un mensaje de sumisión hacia los chuchos, muy clara. Y sobre IDN, ¿qué decir? A mí me ha tocado ver a esta corriente paralizar todo el partido porque no les respetaron un acuerdo de alguna regiduría en algún estado de la República, y hoy, apenas han hecho tibios reclamos en contra de Jesús Zambrano por atreverse a hablar de todo su instituto. ¿Y las juventudes del PRD? Pues como siempre -y exceptuando a quienes militan en Generación Progresista-, asumen la línea que les da el dirigente de su corriente política.

¿Y dónde está Marcelo? El ex Jefe de Gobierno, aún como Jefe de Gobierno, anunció el 2 de julio, un día después de la elección federal, que iniciaba su candidatura a la Presidencia de la República, bien ahí, está en su derecho, pero y entonces ¿cuál es su programa de gobierno? ¿Qué ha hecho desde que desocupó el cargo en el DF? ¿Por qué no ha salido a dar su versión de lo ocurrido el primero de diciembre que dicho sea de paso, empañó lo que desde mi punto de vista fue su mayor logro: colocar a la Ciudad de México como un oasis en materia de derechos humanos en todo el país.

A un mes de haber iniciado en su cargo, Miguel Ángel Mancera ha dado muchas muestras de que su gobierno no es Perredista, y eso, de ser cierto, podría tener elementos positivos, como el posible combate a un aparato burocrático y corrupto que había comenzado a echar raíces, pero también tendría muchos negativos, lo peor podría ser que se desentienda del programa progresista que aunque no es la panacea, sí es un avance significativo para la vida pública del país, ha sido la vanguardia nacional y la mayor estrella del movimiento progresista desde el gobierno de Cárdenas.

La lucha del movimiento progresista debería trascender la confrontación electoral, deberían tener vínculos más sólidos con el resto de los movimientos sociales del país y del mundo, deberían plantear esquemas comunitarios para combatir desde ya, la pobreza, la exclusión social y la opresión; deberían formar escuelas permanentes de cuadros políticos. Pero no lo hacen y es porque la cultura política del país ha sido determinada por la vieja escuela priísta.

Pero entonces ahora es turno de las nuevas generaciones, si ya identificamos estos vicios, estos errores, estas carencias y vemos que los viejos cuadros políticos no tienen la voluntad y/o visión de corregir, no hacerlo nosotros sería ser cómplices. ¿Cuánta gente está dispuesta a hacerlo desde cualquier trinchera? ¿Seremos capaces como generación de construir un programa que busque solucionar de raíz los problemas históricos del país e impulsarlo desde dónde nos encontremos? Esa es la aspiración de Generación Progresista.

Lo que sí digo es que no estoy dispuesto a esperar a que falten seis meses para la elección presidencial para buscar la unidad de las izquierdas, mucho menos esperaré a que algún dirigente me de luz verde para generar puentes de comunicación con las izquierdas no electorales.

Urgen acciones, necesitamos mayor ímpetu.